viernes, 2 de julio de 2010



DOMINGO

“Nuestro gran tormento en la vida proviene
de que estamos solos y todos nuestros actos
y esfuerzos tienden a huir de esa soledad”
Guy de Maupassant.



Hoy no es sábado, claro, ya es domingo. Terminé de encender el fuego. El sol de una mañana tardía se encuentra herido de muerte, las nubes invernales han hecho su frío trabajo. No quería excusas que me decaigan, el invierno puede que venga como anillo al dedo en tal caso.
Regresé a los preparativos con entusiasmo. Lo único que quiero es que salga todo como lo había imaginado: la mesa servida, los amigos indicados para la ocasión (excluidos lo de mal carácter, pesimistas, los que llevan la agenda en la lengua, los proclives a los bostezos, abstemios, futuristas, los que nunca se olvidan la hoja de ruta, entre otros). Música con sahumerio “made in india” incluido, con tal de darle buena onda al momento. Para ir al grano, el plan consistía en sacarse de encima a la soledad, salirle al ruedo sin desesperación pero con la firme convicción de hacer algo diferente con ella, caerle de sorpresa y si fuese necesario torearla. Mirarla de frente.