sábado, 1 de enero de 2011

Fin de año

Un año que termina, otro latiendo ahí nomás con olor a pólvora y gusto a champagne. Expectativas nuevas, brazos que se extienden, copas delatoras, brindis con los dientes apretados en un diálogo interno cargado de anhelos; ritual que se repite y abraza casi al pensamiento mágico de cada año...en fin, tantas cosas. Momento de balances me detengo unos instantes en la palabra, la repito: ba-lan-ces. Algo no me suena ni me cuadra. Para ser sincero debo reconocer que desconfío bastante de éstos; casi siempre son tendenciosos, oportunistas, porque no decirlo, tramposos. Ocultan más de lo que declaman, como si se tratasen de recuerdos encubridores devaluados y sostenidos únicamente por la férrea voluntad del yo.  Es el árbol que tapa el bosque; siempre quedan cosas al costado  del tintero de lo vivido. Un año es una medida de tiempo modelado por nuestra subjetividad y los acontecimientos que nos atraviesan  e impactan de variadas maneras. No obstante, con la advertencia resguardada en el bolsillo de la duda y para no pecar de tacaño, sostengo que vale la pena entusiasmarse con lo nuevo. Es un modo de arreglárselas con lo desconocido y distraerse al menos por un rato. Por ello, deseo compartir algunas perlitas que descubrí durante el año. Basta de preámbulos. ¡Felicidades a todos! Hasta el próximo post.