"LO INTIMO"
"¡Hay que ver cómo son las gentes! No se atreverían a preguntarnos
"¡Hay que ver cómo son las gentes! No se atreverían a preguntarnos
nada referente a nuestras funciones íntimas nos interrogan acerca
de los móviles, de vuestros actos, sin pudor, sin prudencia ..."
Colette
Todo comienza bien. Un clima de paz orquestaba en el hogar. Ella producida hasta irradiar una sutil elegancia para la ocasión. Él, recién afeitado, no encuentra su camisa preferida para no perder la simetría con ella. Los minutos del reloj del living son acariciados por el insistente segundero. La prenda no aparece. La paz comienza alborotarse tras la búsqueda.
Él sale de la lavandería arrojando un bollo de tela maquillada con mugre. Se escucha, con tono inquisidor: ¿Qué me pongo ahora? Ella le responde con indiferencia desde el inodoro:¨ Otra camisa¨. Él piensa lo insoportablemente irónica que es y murmura: ¨siempre sos la misma…¨. Suena la campana de un nuevo round, y comienzan los reproches mutuos. El torbellino de la discusión fue elevando la temperatura, en el máximo punto de tensión. Él grita: ¨no te ocupas de la casa, de nada, ni de mí, no me has dado el hijo que siempre he soñado¨. Ella, con dolor y bronca, le canta las cuarenta: ¨no te aguanto más...no soy tu empleada doméstica. Eso sí, querido, la vas a pagar vos, con la guita que no tenés y no aportas,¡hijo de puta! Morite..! Como un vomito de odio, el comentario le dio en la mandíbula a punto del nockout, ya no oye nada. Los gritos retumbaban en el departamento, sale tambaleando a tientas en diagonal hacia la heladera y saca el dulce preferido de su contrincante. Él sabe que no debe enfurecerse, que no debe hacer lo que acaba de hacer. Es decir, no haber reventado el dulce de leche en la pared más próxima de su vista. Y por esas razones de la física, el estallido del frasco hizo que el azucarado contenido le devolviera, con menos violencia pero con más dulce de leche en su propia humanidad para ser más preciso, en su cara. Resultado: un clown de color marrón pero sin gracia ni sonrisa.
Ella azorada lo mira con su rostro derretido, como alargado por la mezcla de bronca, maquillaje y lágrimas. El olor religioso que los unió huele a una vela recién apagada. El tour de visitas del álbum de recién casados no es ni siquiera un salvavidas en el mar de la indiferencia. Cara a cara, mejor dicho, máscara a máscara un silencio los enmudeció.
Ambos miraron el reloj que señalaba las diez de la noche. Suena la campana, para ser exacto el timbre, fin del combate. Se escucha el crujido de unos zapatos y el repiqueteo agudo de unos tacos femeninos. El convulsionado momento privado es pacificado por una irrupción ajena: Unos amigos los vienen a buscar para el evento. Él con la velocidad de Superman ya se ha convertido en Clark Kent, un poco pegoteado. Ella, con la rapidez de la Mujer Maravilla retorna a la elegancia inicial. La escena cargada de disimulo hace causa común, un pacto de silencio se selló entre los dos: “Acá no pasó nada”.
Ya en la fiesta, él se refugia entre amigos, allegados y unas copas de malbec. Ella se zambulle en el tejido de palabras de unas mujeres conocidas. Comienzan a hablar cada cual por su lado, distendidos; con confianza se buscan coincidencias, algún gusto en común. Ese placer de estar en la misma onda. La ilusión y la sensación gustosa que da identificar en el otro algo propio, ser equivalentes. Sin decir mucho, pasar de lo general a lo particular puede que sea imperceptible. Compartir una mala experiencia se amortigua en ¨A mí me pasó lo mismo¨.
No obstante pasar de lo particular a lo singular (entiéndase como lo más íntimo y propio que posee una persona), tiene un detalle. En algunas ocasiones Angustia, cuando aquello de lo singular es tocado, irrumpido, rebalsado por lo inesperado. Se complica la situación y el tiempo apremia.
Él, reconoció en el interlocutor, el instante, el gesto, el modo de levantar la ceja, la forma de llevarse el cigarrillo a la boca. Viene la pregunta con rigor periodístico: ¿Y vos… cuánto ganás en tu trabajo? Responder implica un esfuerzo titánico, un pedido de sacrificio. El vino en la boca ofició de transitorio paliativo.
Ella, por otro lado, se hallaba como pez en el agua. Hablaba sin respiro; la moda, el trabajo, la familia, las frivolidades, todo viento en popa… De repente, alerta meteorológico: se vino el huracán. Una de las mujeres con buena intención (ojo con la gente que anda con buenas intenciones a cuestas) con un tono fingido, poco natural lanza al vacío de su cara, una sutil pregunta: ¿Y vos… para cuándo el bebé? Un nudo en la garganta amordazó la respuesta. Sus ojos vidriosos titilaban reteniendo una lágrima de dolor.
Desesperadamente, como un sabueso lo busca levantando la nariz; ahí lo encontró. Se cruzaron las miradas. Con un gesto mudo sienten la necesidad de huir del lugar. Él cree que no debe dejarla sola en la fuga, porque también él es el perseguido. Se movieron como sombras escapando de la noche.
Al fin solos, ya en su morada, frente a frente. Ella entre sollozos, se seca algunas lágrimas con la manga derecha de su blusa, levanta la cabeza y le reconoce su audacia por haberla sacado del lugar. Él se queda parado viéndola llorar sintiéndose orgulloso por haber recibido la fuerza suficiente para salir de aquel ahogo. Apenas recompuestos en el sillón de lo íntimo, sellan en un silencio extraño y denso, el secreto de quedar mal parados. Aquello que se oculta es lo horroroso, el secreto no encubre lo verdadero, su función es que algo no se sepa. Y sin embargo insiste, en ser contado. Quizás parte de la verdad despabile a más de un ignorante que la secreta, y no habrá secreto que valga.
Porque, como cantaba un catalán: nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio…
PD: Bien vale, tolerar a Fito para disfrutar la canción en este contexto, y a Sabina. Hagan el intento.
Todo comienza bien. Un clima de paz orquestaba en el hogar. Ella producida hasta irradiar una sutil elegancia para la ocasión. Él, recién afeitado, no encuentra su camisa preferida para no perder la simetría con ella. Los minutos del reloj del living son acariciados por el insistente segundero. La prenda no aparece. La paz comienza alborotarse tras la búsqueda.
Él sale de la lavandería arrojando un bollo de tela maquillada con mugre. Se escucha, con tono inquisidor: ¿Qué me pongo ahora? Ella le responde con indiferencia desde el inodoro:¨ Otra camisa¨. Él piensa lo insoportablemente irónica que es y murmura: ¨siempre sos la misma…¨. Suena la campana de un nuevo round, y comienzan los reproches mutuos. El torbellino de la discusión fue elevando la temperatura, en el máximo punto de tensión. Él grita: ¨no te ocupas de la casa, de nada, ni de mí, no me has dado el hijo que siempre he soñado¨. Ella, con dolor y bronca, le canta las cuarenta: ¨no te aguanto más...no soy tu empleada doméstica. Eso sí, querido, la vas a pagar vos, con la guita que no tenés y no aportas,¡hijo de puta! Morite..! Como un vomito de odio, el comentario le dio en la mandíbula a punto del nockout, ya no oye nada. Los gritos retumbaban en el departamento, sale tambaleando a tientas en diagonal hacia la heladera y saca el dulce preferido de su contrincante. Él sabe que no debe enfurecerse, que no debe hacer lo que acaba de hacer. Es decir, no haber reventado el dulce de leche en la pared más próxima de su vista. Y por esas razones de la física, el estallido del frasco hizo que el azucarado contenido le devolviera, con menos violencia pero con más dulce de leche en su propia humanidad para ser más preciso, en su cara. Resultado: un clown de color marrón pero sin gracia ni sonrisa.
Ella azorada lo mira con su rostro derretido, como alargado por la mezcla de bronca, maquillaje y lágrimas. El olor religioso que los unió huele a una vela recién apagada. El tour de visitas del álbum de recién casados no es ni siquiera un salvavidas en el mar de la indiferencia. Cara a cara, mejor dicho, máscara a máscara un silencio los enmudeció.
Ambos miraron el reloj que señalaba las diez de la noche. Suena la campana, para ser exacto el timbre, fin del combate. Se escucha el crujido de unos zapatos y el repiqueteo agudo de unos tacos femeninos. El convulsionado momento privado es pacificado por una irrupción ajena: Unos amigos los vienen a buscar para el evento. Él con la velocidad de Superman ya se ha convertido en Clark Kent, un poco pegoteado. Ella, con la rapidez de la Mujer Maravilla retorna a la elegancia inicial. La escena cargada de disimulo hace causa común, un pacto de silencio se selló entre los dos: “Acá no pasó nada”.
Ya en la fiesta, él se refugia entre amigos, allegados y unas copas de malbec. Ella se zambulle en el tejido de palabras de unas mujeres conocidas. Comienzan a hablar cada cual por su lado, distendidos; con confianza se buscan coincidencias, algún gusto en común. Ese placer de estar en la misma onda. La ilusión y la sensación gustosa que da identificar en el otro algo propio, ser equivalentes. Sin decir mucho, pasar de lo general a lo particular puede que sea imperceptible. Compartir una mala experiencia se amortigua en ¨A mí me pasó lo mismo¨.
No obstante pasar de lo particular a lo singular (entiéndase como lo más íntimo y propio que posee una persona), tiene un detalle. En algunas ocasiones Angustia, cuando aquello de lo singular es tocado, irrumpido, rebalsado por lo inesperado. Se complica la situación y el tiempo apremia.
Él, reconoció en el interlocutor, el instante, el gesto, el modo de levantar la ceja, la forma de llevarse el cigarrillo a la boca. Viene la pregunta con rigor periodístico: ¿Y vos… cuánto ganás en tu trabajo? Responder implica un esfuerzo titánico, un pedido de sacrificio. El vino en la boca ofició de transitorio paliativo.
Ella, por otro lado, se hallaba como pez en el agua. Hablaba sin respiro; la moda, el trabajo, la familia, las frivolidades, todo viento en popa… De repente, alerta meteorológico: se vino el huracán. Una de las mujeres con buena intención (ojo con la gente que anda con buenas intenciones a cuestas) con un tono fingido, poco natural lanza al vacío de su cara, una sutil pregunta: ¿Y vos… para cuándo el bebé? Un nudo en la garganta amordazó la respuesta. Sus ojos vidriosos titilaban reteniendo una lágrima de dolor.
Desesperadamente, como un sabueso lo busca levantando la nariz; ahí lo encontró. Se cruzaron las miradas. Con un gesto mudo sienten la necesidad de huir del lugar. Él cree que no debe dejarla sola en la fuga, porque también él es el perseguido. Se movieron como sombras escapando de la noche.
Al fin solos, ya en su morada, frente a frente. Ella entre sollozos, se seca algunas lágrimas con la manga derecha de su blusa, levanta la cabeza y le reconoce su audacia por haberla sacado del lugar. Él se queda parado viéndola llorar sintiéndose orgulloso por haber recibido la fuerza suficiente para salir de aquel ahogo. Apenas recompuestos en el sillón de lo íntimo, sellan en un silencio extraño y denso, el secreto de quedar mal parados. Aquello que se oculta es lo horroroso, el secreto no encubre lo verdadero, su función es que algo no se sepa. Y sin embargo insiste, en ser contado. Quizás parte de la verdad despabile a más de un ignorante que la secreta, y no habrá secreto que valga.
Porque, como cantaba un catalán: nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio…
PD: Bien vale, tolerar a Fito para disfrutar la canción en este contexto, y a Sabina. Hagan el intento.
Otra vez! un texto redactado con una capacidad de introspección increíble y una narrativa que no deja que te pierdas ni una palabra sino fuiste! Con éste no sé que me pasó Fabián, capás sea por mi corta edad y la falta de experiencia que no logré conectarme un poco más allá de lo que capás, desde mi pto. de vista querías "emocionar". Igual imperdible y lo reeleré para buscarle la vuelta, espero ansioso el próximo. Un abrazo.
ResponderEliminarCelebro tu deseo y valentía de llevarlo a cabo! Felicitaciones, me gustó mucho lo que intentas trasmitir y seguí adelante. Ya soy una seguidora, espero el próximo!!!!
ResponderEliminarHay muchas parejas que se muestran como esta, tienen una careta para con lo demás.
ResponderEliminarLa lectura es muy interesante y además está muy bien redactada, te atrapa en todo momento.
La pregunta del millón es.... ¿se separaron o al final siguen juntos?
la verdad que hasta cada detalle escrito hace que uno a reviva tal situacion como si estuviese ahi espectando la misma, es verdad que en la actualidad pasa en muchas, queda el interrogante de santiago, se separaron? a mi ver creeria que no, creo que ese dia por primera vez la confianza y el creer y saber que el otro es el cipoar de cada uno de ellos los llevo a una relacion, ojala ese hijo llegue o halla llegado.
ResponderEliminarfelicitaciones! nahir :)
Muy bueno Fabian, es atrapante, muy entretenido y cierto a la vez, espero que sigas asi porque cada uno de los textos me gusta mas!!! felicitaciones...
ResponderEliminarDesde el vamos les agredezco su tiempo,la buena onda,su esfuerzo. Me comprometo desde el próximo texto a interactuar con cada una de sus opiniones. A impulsar la apuesta inicial del blog:que en este espacio se produzca un punto de encuentro.Los espero en la próxima publicación. Saludos Cordiales!
ResponderEliminarFabian, estoy encantada con lo que estas haciendo. Creo que queda claro una vez mas, tu compromiso por el psicoanalisis, por el arte, por el saber, y la produccion!!! sos un eterno buscador, y respeto mucho eso, y veo que cada vez te vas soltando mas en tu escritura, asi es que adelante!! no pares, y felicitaciones, sere una de tus seguidoras, y con respecto a tu pregunta¡claro que es para recomendar!! gracias por compartirlo conmigo. Graciela Alaniz
ResponderEliminaresmas facil soportar, el fracaso , y todo lo q viene despues q asumir una trizte realidad, en lo untimo de nuestras mentes se encuentran los secretos mas oscuros, tambien los deseos mas brillantes.
ResponderEliminarsegui asi fabi que me inspiras con tus textos me haces desear el proximo me quedo con las ganas de mas
Muy bueno, repasé el final y me hizo ruido adentro...
ResponderEliminarUn relato corto y contundente, tocando temas urticantes: pareja,secretos,verdad,decimulo. Me encantó¡ Buena estética.
ResponderEliminarEncontré tu blog en paracultura. Lorena
MUY BUEN RELATO MUCHAS PAREJAS NO DEMUESTRAN LO QUE SON,ESPERO QUE CONTINUEN JUNTOS APOSTANDOLE AL AMOR Y TENIENDO MAS DIALOGO PARA EVITAR QUE ESTO SUCEDA(LAS HECHADAS EN CARA). ME ENCANTO!!!!!!!!
ResponderEliminarSupervivencia de vida feliz: Escasa.
ResponderEliminarGratamente sorprendido por el blog. Especialmente este post. Espero lo que vendrá. Un saludo grande.
ResponderEliminarMiguel, San Juan. Argentina