jueves, 11 de febrero de 2010




LOS PREOCUPADOS







“El primer llanto del recién nacido
es la primera queja de la nada
ante la prepotencia de la vida”



Dalmiro Sáez.




Hace muchos años atrás leí un graffiti, no recuerdo donde, que decía: “Crecer es ir descartando sueños”. Me impactó, crecí, desalojé algunos sueños. Los que se quedaron acompañándome y no sé porqué, un condimento los adobó: "la preocupación”. Algunos sueños mutaron a pesadillas. Fue el principio de mi insomnio. No dormí nunca más igual.


A media mañana, después de un descanso clonazepado, sentado y tomando un café observo en la mesa lindante: él, pone el pocillo sobre la mesa, cierra el diario con una mueca adusta. Se lo percibe a través de su rostro como molesto. Minutos después llegan un par de compañeros al matutino bar. Saludos tibios y comienzan los gestos, cada uno en su posición, como si se jugase una partida póker, la concentración es absoluta. Las cartas son escupidas por sus bocas, hechas de palabras; no cualquiera, sino que traman un mazo de preocupaciones. Una atmósfera de ritual se instala. Los oradores se encuentran en su salsa. El clima de la conversación se dirige según los rostros guiados por los pensamientos, van desde la rumiación, (aclaro no son vacas), al extremo donde la bronca se expresa en las mandíbulas apretadas. Ya se encuentran brúxando, punto sublime de la indignación del comentario. Escuchándolos, pasó la mañana. Si algo saben los muchachos es dónde se encuentra la falla, más allá de los enredos y entuertos imaginarios que la denuncian. Lo más importante que poseen es lo que no poseen; desde allí traman diversas estrategias para soportar la nada, ese tipo carencia con forma de vacío. Una manera de ver la vida como si tratase de una fiscalía en la cual, toda la acusación recae sobre aquello que no funciona, ni marcha, lo que se escapa siempre.
Al levantarse, la aureola de tensión que flotaba alrededor de la mesa, es dispersada por el mismo movimiento. Nuevamente saludos tibios y cada uno por su lado.

Es el clan de los preocupados, casi profesionales al respecto. Conduce a preguntarme: ¿Por qué se preocupan? ¿Son todas las preocupaciones iguales? Reflexioné: No me refiero a aquellas que detienen una desgracia, una injusticia; hay muchas que han logrado avances importantísimos e imprescindibles para la humanidad. Sino a la que se hermana con la queja convirtiéndose en siamesa de nuestra historia, inseparable como si fuese ese rasgo prèt-a porter que nos representa. Lo que suele decirse, aquello distintivo que el yo exhibe. ¿Cuáles serán las fuentes, su combustible? Múltiples. Asocio a tres, por sus vitales nutrientes: salud, dinero y amor. Como la canción simplona que retumba en los casamientos y a los que a todos entusiasma: ¡Viva los novios… ¡ ¡Viva… ¡ retrucan el resto, con tono etílico.
Pensé: El Amor. Para ir al grano la pareja, templo de la preocupación, cuando se agota la etapa de las mariposas en el estómago, comienza a gestarse otra minúscula larva, se parece más a un mosquito inofensivo e insidioso que puede llegar hasta convertirse en letal, en contraste de aquel insecto colorido y primaveral. Cuando la queja se convierte en el dios supremo, no existe antídoto alguno. Que el otro cambie es el argumento más valioso. También insoportable, porque habrá que enterarse que no es completo ni lo será nunca, tal vez no pueda, no le de. La media naranja sabe a agria y se ha convertido en algo que no es.
El Dinero: Por estas pampas una persona con guita, es una pareja inseparable y maltrecha, es decir, odio a muerte. Si en este mundo no existiera la plata, los que respiramos por estas latitudes no tendríamos de que lamentarnos. Nos desequilibra siempre, más aún nacimos en un país que padece de vértigo. Fórmula perfecta. Amor platónico con novia que piensa en otro. Me pregunto: ¿Qué haríamos con estabilidad económica? Tal vez, recostarnos en el tedio y acurrucarnos en la frazada del aburrimiento, huele a terapia intensiva. No me puedo dormir… ¿Por qué no tomamos el dinero solamente como una medida? Importante, porque mide una falta, pero nada más y nada menos. Si se encuentra de nuestro lado tranquiliza. Lo demás, se asemeja al maquillaje que enmascara la codicia.
La Salud: Mi salud bien. Pero en realidad no sé, ya que duermo poco. ¿Me estaré enfermando? No duermo lo que la ciencia dice que un organismo de características humanas debería dormir, es un síntoma que me acompaña. Me estoy empezando a preocupar y no me deja descansar.
Somnoliento y en estado de vigilia. De pronto, escucho entre llantos y sollozos a mi hija, está padeciendo una pesadilla. Me levanto como un soldado ante un bombardeo, allano su pieza, son las cuatro de la mañana. Desvelado, la abrazo y la beso para tranquilizarla, un puchero me rasguña el alma. La miro nuevamente, de repente comienza a tensar sus mandíbulas, el chillido de sus dientes retumba en mi cabeza, su cara manifiesta una mueca que no tranquiliza. Me angustio. Una pesadilla se apropió de mi chiquita y no sé de qué se trata. Estoy rumiando pensamientos y no soy vaca. Una ráfaga de interrogantes rebotan en la habitación, coagulan algunos: ¿Qué le trasmití? ¿Qué tiene que ver ella con todo esto? Por suerte ha vuelto a quedarse dormida, pasó el sobresalto, fue sólo unos eternos instantes, todo vuelve a la calma. No sé en que momento el cansancio me nockeó. Ya dormido soñé: que en circunstancias y no por decisión propia, deseo ser un excluido del clan de los preocupados. Es decir, encontrarme fuera de los serios, enojados, cansados, pedantes, aburridos, asustados y cobardes.
Perder la preocupación como brújula tiene un detalle: Desorienta. ¿Qué hago? ¿Por qué no abandono el insomnio? De manera repentina un dato sobre la preocupación me es revelado, sería un sofisticado instrumento de precisión que entretiene y victimiza, además contamina deseos. Es algo que se transforma en una trampa en donde el cazador es cazado y, una vez herido de muerte, se desangra de sentido. Todo se tiñe de éste y le da un guión pesado y opaco a la estrella principal: “la queja”. De pronto irrumpe en el sueño con una nitidez cinematográfica, un especie de superhéroe que se disfraza de mí, arremete con una fuerza inusitada contra “el disgusto”, lo patea y hace añicos lo revelado, el secreto vuela por los aires desintegrado, parece una hazaña. Terminó la faena. La permanencia del superhéroe es acotada por la existencia de otros riesgos que debe resolver y a su vez lo preocupan. Tiene que irse y no duda. Así es, se fue antes, una lástima pero alcanzó y algo dejó.
A media mañana, por el ventanal un sol otoñal me despabila junto con mi hija, y una extraña sensación de liviandad recorre mi cuerpo, una luz y colores convergen en mi retina espantando la oscuridad por completo. Desde ese día, nunca más volví al “Café de los lamentos”. Y… ni siquiera estoy preocupado.











P.D: Polaco, saludos desde acá¡

9 comentarios:

  1. Creo, Fabi, que vas a tener mucha gente con coraje del otro lado. Te lo ganás con lo que escribís. Seguí apostando, y por supuesto, no lo dejes pasar.
    Es una lectura placentera, con esbozos -algunos- del Flaco de Ubeda. Seguí "pa`delante". Aguante Amores Perros y el Discurrir de la palabra!!!! Besos:
    Constanza

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  2. qué buen trabajo!, seguí escribiendo...

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  3. No me imagino quién es Patricia! jaja, espero, desde mi humilde participación en este blog que ahora te sientas un poco más "obligado" a escribir con un poco más de regularidad éstas redacciones que ímplicitamente quedan grabadas en el inconcsiente, haciéndonos reflexionar.Un abrazo grande y a remontar vuelo que algún día quiero un libro firmado che!

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  4. Felicitaciones Fabian!!! muy buen artículo,
    me encantó.ademas,particularmente me resulta un garrón la pura preocupación (hermanada con la queja)y mas cuando de ese lugar no sale,
    con actitud pasiva y cómoda...Bue!!!ves lo que genera tu lectura!!!buenísimo.

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  5. totalmente identificada, me entristece tener las mismas pesadilla y me divierte y alivia a la vez que al final la vida se vea ridicula cuando uno se corre a un costado y la ve desde afuera, como una pelicula, como una novela de Auster...

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  6. los preocupados.........muy bueno, refleja la vida de tantas personas q conozco q me asusta pensar cuantas son las que no conozco....muy bueno fabi sin palabras.un abrazo grande

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  7. Buena historia, lo que es la preocupación como de alguna manera estamos metido en todo lo que se narra en el texto.

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  8. Me gustó mucho todo el escrito, la parte de:salud, dinero y amor muy buena¡

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  9. Es todo un recorrido por lugares en dónde se enquistamos la preocupación. ¿Cómo sacarnos la queja de encima?¿Cómo aliviarnos un poco? En el escrito hacia el final aparece cierta paz... Muy bueno¡
    Sebastián, Cordoba, capital.

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