miércoles, 3 de noviembre de 2010

                                                                                                      


                                    "DE  PADRE"



       “Padre, ¿porqué  me  has abandonado?” Jesús de Nazaret
                                                                                                     
Manuel tiene algunos retazos de recuerdos de su Padre, pero la mayor parte los sepultó gracias al albañil que él mismo se construyó con el fin de arreglárselas frente a aquel acontecimiento.   Desde el hondo bajo fondo, a fuerza de paladas repletas de olvido, emprende la tarea para llenar un lugar desierto.
La memoria, siempre tan caprichosa y testadura, tiene que ser golpeada y amordazada para que sea enterrada. Pese a la lucha, algunos recuerdos ingeniosos y escurridizos logran la fuga.
Gran parte de la empresa se montó ni bien su padre perdió la suerte. Le bastó una tirada de dados que cambió el juego, los mismos se tiñeron de negro y la esperanza mutó a deshasociego. Dejó pronto este mundo y el de Manuel. Todo lo que ocurrió, fue veloz, extraño, como ajeno e imprevisto.
Desde siempre bailaba en su cabeza una frase escuchada en boca de él: “Son las cosas de la vida, hijo…”  Incluía variados elementos entre ellos uno nuevo: La muerte. Como toda muerte temprana e inesperada trajo turbulencia y cambió el orden de las cosas. 
Con el discurrir del tiempo descubrió que aquella frase era protectora y lo resguardaba  de la ferocidad del mundo, o cuando algo siniestro se le venía encima como un alud inoportuno y desvastador. En muchas oportunidades se humedecen los pañuelos y los puñales de la pena hacen su faena bien adentro, causando un dolor punzante, movedizo y difícil de identificar. Hubiera preferido en dicho momento, ante su luctuosa y rancia presencia, recluirse en un bunker impenetrable como aquellas fortalezas que protegen a personas con aires de inmortales e impermeables a los sufrimientos humanos. Hubiera sido perfecto, ideal frente a semejante golpe. Pero no fue así, su refugio sólo fueron  palabras crujíentes de sufrimiento. Sí, su padre partió y no volverá nunca más. Momento de luto.
No obstante, según el refrán acostumbrado para la ocasión"No hay mal que dure cien años...". Duró menos que cien años, duró sólo lo sufrido, ya que el tiempo se alineó detrás del calendario y pasó a su ritmoEl torbellino amainó y la tristeza  acurrucada imploró una lágrima más. Aprendió a vivir con un gusto de orfandad en el paladar.
Un puñado de ideas colgadas con reminiscencias fueron trasmitidas  por su padre. Lo ayudaron y mucho. Recordó algunas charlas: a Manuel le molestaba bastante cierta distancia con su padre, quería y buscaba en él a un amigo, un coautor, su cómplice en todo, pero nada de eso tenía lugar. No había caso, siempre se las ingeniaba para ubicarlo como hijo. Con el paso del tiempo se dió cuenta que a los amigos se los elige y a veces caen en la propia amnesia. Al padre no.
Su padre nunca se excedió. Aquellos que sobreactúan el rol casi siempre terminan siendo persecutorios, temibles y rígidos, obligan, indefectiblemente, a un forzoso engaño; la mentira es la salida desesperante y plagada de culpa. No se los puede mirar a la cara y mucho menos recurrir a ellos, aún como si fuese una última instancia. El grito mudo de la desesperación no puede ni tiene lugar en aquellos donantes de apellidos.  Y no es por pudor, sino más bien por terror a la humillación.
Los hay también quienes intentan reivindicarse en sus hijos, de aquellas cosas que no pudieron ser, conseguir o realizar. Pesada y molesta carga que deben soportar los herederos. Los miran como a su propio espejo, cuya imagen devuelta se relaciona y amortigua con aquello que no fueron ni serán nunca. A menudo se escucha con destellos de delirio de grandeza:  "Mi hijo el doctor, el ingeniero, la inteligente, el que gana plata, la mejor, el mujeriego, el que se la banca, la más linda, bla bla bla ...", un rap yoico insoportable. Medallas de plomo por un lado y todos "antecedentes" para maquillar el narcisismo paterno por otroEsa falsa modestia envuelta con el moñito del orgullo de tener el mismo nombre, pedigree, linaje. 
Ser hijo nunca es fácil; en tal caso un padre puede ser una referencia perfecta para cambiar inmeditamente de rumbo. Inclusive si da, por qué no, desoírlos. Manuel pensó: "Nada  más alejado de mi viejo..." 
Algo que sí le trasmitió es un detalle casi imperceptible: su padre le demostró de manera sutil, casi implícita, que su madre era una mujer, y ha sido o fue alguna vez la suya.  Mejor dicho, el deseo de aquella mujer (su madre) tenía un puerto seguro en aquel hombre. Sí, un hombre quien no dudó ante la deseosa situación, dejó colgado el overall de padre sin vacilaciones. A partir del deseo de una mujer, desde allí, su padre pudo desviar aquel fenómeno (no el único) de realización de una mujer que encuentra en los hijos, es decir, siendo madre se es mujer. La función del padre señala que existe un más allá del juego de completud vivenciada entre una  madre y sus hijos. Cuando no acontece un basta, una frontera, un límite que oficie de tope se viene lo peor... No es el caso.
Volviendo al detalle, sí que ordenó su familia. Tal escena fue incluida por la madre, lo habilitó a calzarse el verdadero traje de Padre. Cabe señalar que se trata de una escena en la cual no necesariamente se tenga que perpetuar. Es allí dónde se juega el principal límite. Sin embargo, es condición necesaria que un padre haya sido alguna vez, como hijo, limitado. Es decir, haberse quedado fuera de escena también. Una lógica interna que da respiro, vida y deseo.
Hoy en día se vocifera tanto de límites,  y hay quienes se abocan obsesivamente a los mismos.  Pero no son padres, sino más bien una especie de educadores domésticos, cuya misión es insistir hasta el hartazgo. Para convertirse en un maestro solamente hay que estudiar;  en cambio, no existen Universidades para "ser padres". Sí apareciese alguna, todo es esperable en nuestra época,  ¡a cuidarse!, ya que se trataría de una temeraria estafa.
Manuel también cayó en la cuenta de que la presencia del padre no garantizaba nada; el suyo estuvo ausente de cuerpo y presente en palabras. No quiere decir que no lo hechó de menos, por momentos se indignaba de tal  forma que el enojo tenía su traducción en clave de reproche. Pensaba en la lista de responsabilidades que no cumplió, las situaciones con ausente en rojo sangre remarcado, ese modo de desamparo precoz que escupe latidos de recriminación. Y una vez que decantó la bronca le surgió una idea clara como la luz del día de un cielo abierto. Advirtió que su padre, más que respeto, había conquistado un derecho y una realidad: el derecho a ser querido y que realmente no era  inmortal. Aquí el azar no tiene ni lugar, ni la capacidad de crear un padre. Tal vez sí de arrebatarlo.
Manuel se hizo hombre, como así también padre. Cierta vez, Manuel caminaba con su hijo sobre sus hombros, (hijo que tenía la edad de los niños que taladran con los "porqués" al mundo),  bajo el mismo cielo infantil. Él observó cómo habían crecido los árboles desde la última visita, mientras que el pequeño descubrió la altura, las formas, los olores y colores, los retoños, los añejos. Entre tanta observación le preguntó: -¿Papi cuantos años tienen los árboles?-,  señalando hacia arriba con el curioso dedo. Manuel le respondió desde una asociación libre: -Como los años que tendría tu abuelo ahora-. Quedó sorprendido por sí mismo y no pudo comprender la respuesta lanzada desde su boca, un paso íntimo indisimulable. El hijo miró serio hacia adelante y frunció el ceño, y al ritmo del caballo cansado que lo lleva en los hombros; soltó una especial pregunta: -¿Papi, el abuelo  prodría  estar acá?-.
Manuel acomodó una molestia anónima que lo invadió y se esforzó en dar una respuesta acorde; no debía defraudarlo ni defraudarse: -¿Qué le digo?- se preguntó  - Sí, pero se fue del mundo hace muchos años, el abuelo murió joven .
-¿Y... por qué pa?-. Sin titubear respondió: -"Por las cosas de la vida, hijo...-"  
Una ráfaga de silencio los atravesó y unió. De repente, Manuel recibió un fuerte abrazo que le rodeaba la cabeza, lo dejó como un "gallito ciego" unos instantes. A pesar de ello, siguió sobre sus pasos algo desorientado, espiando entre los dedos que le impidían la visión. Se relajaron, jugaron y rieron. De pronto,  la diversión se diluyó cuando los bostezos despidieron aquel trance infantil. Con su hijo ya dormido y desplomado en sus brazos, algo agotado mira fijamente el cielo, tan abierto, inmenso... Un avión lo rayonea y unas aves musicalizan el instante. Es su cielo: infinito, inalcanzable, siempre lejano, tan imborrable. Respira para ganar oxígeno inflando su pecho de aire, vida y se siente más Padre que nunca...y piensa con lágrimas  en su mirada, densas de tristeza : ¿Por qué me has abandonado? Por las cosas de la vida...!
  







Quiero agradecer de manera profunda al artista mendocino Octavio Alberto Joaquín Tapia, quien desinteresadamente  me ha permitido incluir sus dibujos en el blog. Que lo disfruten.        





PD: Dedicados a los Padres que son, a quienes serán, a los que se irán...

16 comentarios:

  1. FABI: que lindas...LAS COSAS DE LA VIDA!!! QUE TE ABREN PUERTAS PARA ESCRIBIR ASI.
    Me gusto mucho, fuerza AMIGO que usted tiene LUZ SUFICIENTE... Y PARA LARGO!!!!
    SANDRA

    ResponderEliminar
  2. Como te digo a diario, cuando veo de cerca el proceso de cada publicación, me encanta el modo de transmitir, con metáforas que llegan. Me quedé pensando en las marcas de la presencia y/o ausencia de un padre y en sus partenaire que les permiten o no hacerlo...
    Te admiro y te aliento a seguir con esta apuesta.

    ResponderEliminar
  3. Me gustó mucho y me pregunto: ¿Qué es un padre?. El texto me muestra otro modo de ser padre, ¿por donde pasará? ¡Felicitaciones!
    Julían

    ResponderEliminar
  4. Emotivo, "pero sin prisas que a las misas de réquiem nunca fui aficionado", gracias por compartir esa capacidad que tenes de representar diferentes momentos de la vida en la escritura. Un abrazo!!! Diego

    ResponderEliminar
  5. Me gustó mucho, el desarrollo del texto y especialmente el final. !Felicitaciones "Cielo Abierto"¡

    ResponderEliminar
  6. Muy entretenido. Como dije en facebook la frase sobre la memoria, muy pero muy, requete buena.

    ResponderEliminar
  7. Lindo post, le tuve que dar una segunda lectura, ahí me di cuenta de por donde andaba el tema. Convengamos que cuestión del padre no es algo sencillo. ¡Un saludo grande!
    Gustavo. San Juan

    ResponderEliminar
  8. Muy bueno. Tocó estructuras propias de la relación con mi padre. Siempre le doy las gracias por haberme enseñado lo que no debo hacer con mis hijos. ¿Será un reproche?.
    Chelo. San Martín. Mza.

    ResponderEliminar
  9. ¡Muy buen Post!
    Lucía,capital federal.

    ResponderEliminar
  10. Muy bueno¡ me gustó mucho. Para leerlo tranquilo y en silencio...
    José Luis. Catamarca

    ResponderEliminar
  11. buenisimo tu blog...te lo dice este viejo que entiende poco de esto, pero si bastante de las cosas de la vida.

    ResponderEliminar
  12. Gracias, anónimos, amigos,cariños.Sólo me surge una pregunta: ¿Qué será un padre?.

    PD:Bienvenido donaldo, voy por su blog.

    ResponderEliminar
  13. Me gustó mucho el detalle del árbol, el símbolo de la vida atravezando a las generaciones de hombres y padres. Vos preguntás que es ser un padre, agrego: ¿qué será ser un hombre?

    Abrazo grande y adelante con el blog y las letras.

    Gastón

    ResponderEliminar
  14. Gracias Gastón por tu apoyo. Con respecto a la pregunta: ¿que será un hombre?. Es gran interrrogante. Intenté aproximarme en el primer post que escribí ¿Qué puede un hombre?. Por ahora nos acercamos a fuerza de preguntas...
    Un abrazo Grande¡

    ResponderEliminar
  15. Muy interesante la temática. Las metáforas guían la lectura. ¡Felicitaciones!
    Carlos. Mendoza

    ResponderEliminar
  16. DESCUBRÍ EL BLOG HACE MUY POCO TIEMPO. Y EL PRIMER POST QUE LEÍ FUE "DE PADRE", MUY PROFUNDO Y EN UNA SEGUNDA LECTURA HACE AÚN MÁS RUIDO EN LA COMPLEJA CONDICIÓN HUMANA. ¡MUY BUENO FABIAN!
    HELENA. MENDOZA, CAPITAL

    ResponderEliminar